

Todos los años muchas palabras castizas pasan a ser lengua muerta debido a que cada generación hispanohablante conserva, desecha, transforma o crea nuevas terminologías. Lo mismo sucede con la jerga de la que se dice es el idioma no oficial, La nostalgia que conlleva toda efeméride –en esta fecha el Día del Idioma– me lleva a recordar algunas jeringas que se pusieron de moda en la década del ochenta, pasaron sin mucha dificultad a los noventas, pero difícilmente sobrevivieron al cambio de milenio. He aquí algunas jergas ochenteras que los jóvenes ya no mencionan y desconocen su significado… salvo que hayan pasado la barrera de los treinta.
CALETA: Empezó a sonar con fuerza a mediados de los ochentas cuando los coleccionistas de música vagabundeaban por jirón Quilca o la Avenida Brasil en busca de bandas o canciones que no tuvieran lo demás; entonces, tener algo que otro no tuviera era poseer algo caleta. Luego, por analogía, la palabra se extendió a hacer algo de manera reservada o en estricto privado: si vas a hacer algo malo, hazlo caleta, que nadie se entere.
COCHO: Sinónimo de viejo. Tus viejos eran tus cochos, para decir en forma despectiva que alguien estaba entrado en años, se decía: “ese uon es recontra cochazo”.
FALLO: Sinónimo de cigarrillo. Pasó a las justas la barrera de los 90’s pero no llegó al final de la década. Ampliamente superada por términos como: “pucho”, “filtro”, “tabaco”. La otra vez escuché que alguien decía: “Oe, pásame un fallo”… Fue en mi reunión de promo después de veinte años de salir del colegio.
FOCKEAR: Palabreja espantosa que la escuché en Lima en los inviernos de 1987 y 1988 y felizmente no llegó a Trujillo. Propia de algunos sectores pitucos de Lima, se utilizó como sinónimo de cachar, culear, montar, forrar, tirar. La expresión degeneraba del término inglés Fuck, pero eso de “fockear” sonaba bien chimbombo.
JUANAS: De finales de los ochentas y de duración muy efímera, sólo la escuché en determinada época de mi vida –de universitario– y luego se perdió inexorablemente. Juanas era sinónimo de tetas y siempre se mencionaba en términos voluminosos: “esa uona tiene unas juanazas”. Nunca entendí el origen de la jerga. Si la inspiró una Juana de verdad habría que ver el volumen de sus glándulas mamarias.
MANCHA: Palabra de los setentas que en cierto sentido intentó reemplazar a colla o collera (que tenía reminiscencias andinas). La mancha era el grupo de amigos con el que andabas, la patota. También se decía: “vino un manchón” cuando querían referirse a que vino un montón de gente. Pasados los ochentas, la palabra no se utilizó más.
MANYA: La jerga de los ochentas por excelencia, el modismo de toda una generación. La palabra tiene origen italiano en manggiare que significa comer, pero aquí le dimos el significado de mirar (oe, manya a esa flaca) y también de entender (¿la manyas o no la manyas?). Aún la palabra es mencionada, pero cuando muera el último ochentero, habrá llegado su fin.
MOSTRO: Sinónimo de bacán, chévere (que en los ochentas nadie lo pronunciaba, salvo los “cholos”), de puta madre, pajita pulenta. Muy frecuente en la chibolada, en los noventas fue reemplazado por: “está maldito” y posteriormente por: “está bravazo”.
ÑOÑO: Sinónimo de gay, cabro, rosquete, ñoco. No me explico cual puede ser su origen. Ñoco puede ser un anagrama de coño que significa vagina y quizá signifique el otro lado, el poto, y a los cabros les gusta que les den por el poto… bueno, es una hipótesis.
PACHA: Contracción de pacharaca que es sinónimo de puta, perra, cachera, pendeja, suripanta, golfa y trescientos sinónimos más. La palabra es anterior a los ochentas, pero en esa década vivió su último esplendor. La palabra pacharaco era más bien sinonimía de huachafo, de mal gusto y ha envejecido mejor que su alusión femenina.
PELI: Contracción de película. En los ochentas decíamos: “vamos a ver una peli” aunque sonara muy afeminado, ahora dicen: “vamos a ver una pela” que suena bien mexicano.
PICHANGA: Palabra que en los ochentas significaba un partidito informal –un picadito como dicen los argentinos– pero que luego degeneró en pichanguear que significa jalar cocaína.
COCHO: Sinónimo de viejo. Tus viejos eran tus cochos, para decir en forma despectiva que alguien estaba entrado en años, se decía: “ese uon es recontra cochazo”.
FALLO: Sinónimo de cigarrillo. Pasó a las justas la barrera de los 90’s pero no llegó al final de la década. Ampliamente superada por términos como: “pucho”, “filtro”, “tabaco”. La otra vez escuché que alguien decía: “Oe, pásame un fallo”… Fue en mi reunión de promo después de veinte años de salir del colegio.
FOCKEAR: Palabreja espantosa que la escuché en Lima en los inviernos de 1987 y 1988 y felizmente no llegó a Trujillo. Propia de algunos sectores pitucos de Lima, se utilizó como sinónimo de cachar, culear, montar, forrar, tirar. La expresión degeneraba del término inglés Fuck, pero eso de “fockear” sonaba bien chimbombo.
JUANAS: De finales de los ochentas y de duración muy efímera, sólo la escuché en determinada época de mi vida –de universitario– y luego se perdió inexorablemente. Juanas era sinónimo de tetas y siempre se mencionaba en términos voluminosos: “esa uona tiene unas juanazas”. Nunca entendí el origen de la jerga. Si la inspiró una Juana de verdad habría que ver el volumen de sus glándulas mamarias.
MANCHA: Palabra de los setentas que en cierto sentido intentó reemplazar a colla o collera (que tenía reminiscencias andinas). La mancha era el grupo de amigos con el que andabas, la patota. También se decía: “vino un manchón” cuando querían referirse a que vino un montón de gente. Pasados los ochentas, la palabra no se utilizó más.
MANYA: La jerga de los ochentas por excelencia, el modismo de toda una generación. La palabra tiene origen italiano en manggiare que significa comer, pero aquí le dimos el significado de mirar (oe, manya a esa flaca) y también de entender (¿la manyas o no la manyas?). Aún la palabra es mencionada, pero cuando muera el último ochentero, habrá llegado su fin.
MOSTRO: Sinónimo de bacán, chévere (que en los ochentas nadie lo pronunciaba, salvo los “cholos”), de puta madre, pajita pulenta. Muy frecuente en la chibolada, en los noventas fue reemplazado por: “está maldito” y posteriormente por: “está bravazo”.
ÑOÑO: Sinónimo de gay, cabro, rosquete, ñoco. No me explico cual puede ser su origen. Ñoco puede ser un anagrama de coño que significa vagina y quizá signifique el otro lado, el poto, y a los cabros les gusta que les den por el poto… bueno, es una hipótesis.
PACHA: Contracción de pacharaca que es sinónimo de puta, perra, cachera, pendeja, suripanta, golfa y trescientos sinónimos más. La palabra es anterior a los ochentas, pero en esa década vivió su último esplendor. La palabra pacharaco era más bien sinonimía de huachafo, de mal gusto y ha envejecido mejor que su alusión femenina.
PELI: Contracción de película. En los ochentas decíamos: “vamos a ver una peli” aunque sonara muy afeminado, ahora dicen: “vamos a ver una pela” que suena bien mexicano.
PICHANGA: Palabra que en los ochentas significaba un partidito informal –un picadito como dicen los argentinos– pero que luego degeneró en pichanguear que significa jalar cocaína.
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